“Las imágenes hablan por sí solas”, suele decir la tele de
fondo.
La imagen como única verdad posible.
La imagen disparada unidireccionalmente en el medio de los
ojos.
Nadie se hace responsable por elegir una imagen por sobre
otra. Es como si dios existiera y dibujara sobre la pantalla.
Nadie se hace responsable de elegir una imagen y no otra.
Y luego… el relato que da "el sentido".
“El socialismo fracasó en todos lados”, dice la tele de
fondo y busca cualquier cosa que tiene a mano para demostrarlo. Y busca
intencionadamente. Y mezcla todo bajo aquel mote. Y saca de contexto. Y oculta.
Y repite mil veces que todo lo malo, todo lo opuesto a dios (el capital) es
blasfemia. Y no sirve. Es de mala calidad.
Es de perdedores oponerse al sistema. Los triunfadores
entienden.
Es de débiles y maricones oponerse al sistema. Los fuertes
se abren camino.
Tienen mérito. Dice la publicidad.
¡El patriarcado grita!
Desde hace más de cien años un puñado de países se ha
repartido el mundo acorde a los intereses de sus clases dominantes . Han hecho
dos guerras genocidas para terminar de delinear sus intereses sobre el mundo.
No se puede entender
el mundo si no se lo ve como un todo. El capitalismo es un sistema global y por
lo tanto funciona de manera global. Y es dirigido por unos pocos imperios cuyos dueños del capital han puesto al resto del mundo bajo sus intereses, y han asignado distintos roles.
Y entonces se dirá que, hay países ganadores y perdedores. Que hay
países que se esfuerzan y otros que no se esfuerzan. Que hay un mérito en aquellos países exitosos.
Pero no se dirá que a Japón y Alemania les condonaron sus deudas de postguerra. Ni que toda Europa occidental fue financiada por el plan Marshall que impulsó Estados Unidos.
Porque hay deudas y ¡DEUDAS!. Las primeras se perdonan, las otras se pagan a costa de cualquier cosa.
Y que, principalmente, hay un camino que lleva al éxito, que
hay que seguir a rajatabla, del que no hay que desviarse. Que hay un camino
cuyos pasos deben darse según el dictado del puñadito de países dominantes, que
plantean que todo lo que hay que hacer es lo que ellos jamás hicieron.
Nunca dirán que para llegar a ser lo que son, primero
defendieron su propia industria y jamás abrieron el comercio. Qué hasta en la
principal potencia hubo una guerra civil entre el norte proteccionista e
industrial, y el sur esclavista y libre cambista. Y que ese país es una gran
potencia porque la guerra la ganó el norte y no el sur.
Pero la historia debe ser letra muerta para que nada cambie.
Porque” hay que vivir del presente y no seguir en el pasado” como hacen los
“países serios”.
Nadie dirá jamás que los más obstinados seguidores de sus
consejos caen en la peor de las miserias.
En el mundo donde las 85 personas
más ricas poseen las mismas riquezas que la mitad más pobre del planeta y el
10% del de la población mundial concentra el 86 % de los recursos (Informe
Oxfan; en Hunttington Post 20/01/2014)
las corporaciones mediáticas siguen repitiendo que la culpa es del “socialismo”
En el mundo donde a diario Israel
erige un muro para segregar a los palestinos, y Estados Unidos uno para
segregar a los mexicanos, del único muro que se tiene memoria es del muro de
Berlín.
Nadie dice que las imágenes de
los balseros sirios ahogándose en el mediterráneo son por el capitalismo y los intereses
imperialistas que asolan la región.
Nadie dice que el capitalismo es
Haití
Nadie dice lo que no se debe decir.
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