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viernes, 13 de mayo de 2016

El autoritarismo del mercado.




La crisis política en Brasil.

El Senado de Brasil aprobó ayer someter a juicio político a la mandataria Dilma Rousseff y la apartó del cargo por 180 días, que es el plazo máximo en que debe llevarse a cabo el proceso. Durante este periodo será sustituida por su vicepresidente, Michel Temer.

Cada vez más, a nivel mundial, las más trascendentes decisiones políticas sólo parecen responder a las prioridades del mercado. Una única forma de gobernar se va imponiendo en todos partes, más allá de la voluntad popular.

Cuando la cámara de diputados inicio el proceso aprobando el juicio político rápidamente los mercados mostraron su optimismo, luego de meses de retracción económica: “el líder de la Fiesp, (Federación de Industrias de Sao Paulo) Paulo Skaf, estima que la salida de Rousseff dinamizará la economía brasileña. ‘A partir de mañana ya se verán las expectativas positivas’ del mercado” (El País 18/04/2016)

Resulta paradójico que el mismo gobierno que fue utilizado durante años como ejemplo (
“Luiz Inácio Lula da Silva no pudo viajar a Davos, pero Davos lo honró igual. Ayer el Foro Económico Mundial con sede en Suiza le entregó el premio al Estadista Global” - Página12 31/01/2010), en una región no del todo controlable, sea ahora denostado por los mismos actores que lo apoyaron antes. 
Evidentemente las necesidades del mercado ya no eran tan bien administradas por el gobierno de Rousseff y era imperioso llevar adelante el cambio necesario. Para ello, como hemos visto ayer en el senado, cualquier medio es viable.

Cuesta creer, en este escenario, que las mayorías pueden imponer su voluntad. Los sectores populares se sienten impotentes ante semejante despliegue de fuerzas. El autoritarismo del mercado se va imponiendo cada vez con mayor vigor, y su predominio hegemónico se encuentra en todas partes. Lejos quedó aquella promesa de que traería mayores libertades democráticas. Muy por el contrario, en todo el mundo, una única visión de la realidad, de la economía y de las relaciones sociales se impone de manera despótica. La democracia, cada vez más, corre el riesgo de ser reducida a tan solo una palabra.


Un repaso histórico sobre la influencia del mercado.

A fines de los ochentas, el ideario neoliberal fue ganando un consenso mundial inusitado. Al calor del derrumbe de los “Socialismos reales” y del desmantelamiento de los “Estados de Bienestar”, se fue imponiendo la idea de que la “Economía de libre mercado” era la única capaz de asegurar estabilidad institucional y una democracia duradera.
No obstante, a contramano de esto, los mercados lograron desenvolverse con mayor facilidad en aquellas partes del mundo donde sus recetas económicas no encontraron oposición alguna. Con el pasar de los años se fue dando la paradoja de que en aquellos lugares donde imperan regímenes de partido único (Partidos Comunistas, supervivientes de la caída del bloque soviético) o directamente dictaduras militares, sus recetas económicas se impusieron con mayor facilidad.

A diario, nos hemos acostumbrado a escuchar que se señala como ejemplo de modelos “exitosos” países como China, Vietnam, Filipinas, o Taiwán cuyas “zonas económicas especiales” permiten a las empresas que allí se asientan, producir al margen de cualquier ley laboral, reduciendo a los trabajadores a condiciones de semiesclavitud, y permitiéndoles utilizar toda clase de productos contaminantes que dañan el medioambiente y que suelen estar prohibidos en los países centrales. Verdaderas “zonas francas” donde la única ley que impera es la del “mercado”, es decir la libre voluntad de las empresas.

Sin embargo, esto no es novedoso. En los orígenes de estas recetas, encontramos su primer ensayo económico, en la dictadura militar de Augusto Pinochet, quien gobernó Chile con puño de acero durante el periodo 1973-1990: <<Profundamente involucrados en la preparación del golpe, los "Chicago boys", nombre con que se les conoce en Chile, convencieron a los generales que ellos estaban en condiciones de complementar la brutalidad, que los militares poseían, con los activos intelectuales de que carecían>> (Oralndo Letellier, Los 'Chicago Boys' en Chile: el terrible impacto de la libertad económica, 28/08/1976). Sólo en ese marco político, los “Chicago Boys”  encontraron las condiciones propicias para llevar a cabo su experimento y desplegar una serie de medidas económicas, que en otro contexto, hubiesen sido imposibles de ser implementadas.

Como puede observarse, este ideario económico, suele desarrollarse con mayor “libertad” en aquellos lugares donde las mayorías populares no tienen ninguna libertad de decisión.
Pero esta forma de llevar adelante la economía, no es privativa de países con sesgos autoritarios. Allí, donde imperan formas democráticas de gobierno, incluso en aquellos lugares donde existían sólidas instituciones estatales creadas con el fin de generar bienestar a toda la población, lentamente el ideario neoliberal fue penetrando sus estructuras hasta hacerse hegemónico.

Aprovechando las crisis cada vez más virulentas, así como la dependencia de los Estados a los bancos y organismos de crédito, cuyas deudas siderales, producto, en parte, de la constante necesidad de obligar al capital a que se vuelque a tareas productivas y evitar que se incline a la más rentable especulación financiera, logran imponerse y subordinan a estos a sus designios. Eso es acompañado de toda una puesta de escena mediática, en donde toda clase de “técnicos” y “gurues económicos” poseedores de una supuesta verdad inobjetable, relatan como un dogma el recetario que llevaría al éxito, a costa de enormes sacrificios que recaen siempre en las mayorías populares.

De esta manera, tarde o temprano, todas las expresiones políticas (incluso las que históricamente tuvieron un ideario progresista) consideran que esa es la única forma de garantizar gobernabilidad en sus países y llevan adelante sus recetas.
También, expresiones políticas cuya retórica se les enfrenta, si llegan al gobierno, son virtualmente chantajeadas hasta ser quebradas, con boicots económicos permanentes, amenazas de aislamiento y campañas sucias de todo tipo. 

El mejor ejemplo de esto, quizás sea el del Syriza en Grecia, que ganó las elecciones con un discurso a favor de los sectores populares, priorizando los intereses de estos por encima de los del mercado, y que, al poco tiempo de andar, desoyendo los resultados de un referéndum, en donde el 61 % de la población griega votó contra un acuerdo con los organismos de crédito para pagar la deuda, terminó cediendo a las presiones de los mercados, traicionando la voluntad popular, y aprobando un paquete de ajuste cuyo objetivo era obtener el dinero para pagar justamente esa deuda, en las condiciones exigidas por los organismos de crédito: <<Como muchos analistas preveían, la estrategia del gobierno de utilizar el veredicto popular como medio de presión en las negociaciones fracasó. Al regresar a la mesa de negociación, los acreedores de línea dura, reunidos alrededor del ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, dejaron claro que están dispuestos a permitir que Grecia quiebre –con todas las implicaciones económicas y políticas que ello tendría para la Eurozona– antes de ver la más mínima grieta en la disciplina neoliberal de austeridad.>> (Diagonal Periódico, 14/07/2015)

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